Lectura 3 ~ El porqué de la cruz

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Cristo sufrió y murió . . .

PARA APRENDER OBEDIENCIA Y SER PERFECCIONADO

Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.
Hebreos 5:8

Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
Hebreos 2:10

El mismo libro en la Biblia que dice que Cristo «aprendió la obediencia» a través del sufrimiento, y que fue «[perfeccionado] por aflicciones», también dice que fue «sin pecado». «[Cristo] fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado» (Hebreos 4:15).

Esta es la enseñanza consecuente de la Biblia. Cristo fue sin pecado. Aunque era el divino Hijo de Dios, era realmente humano, con todas nuestras tentaciones y apetitos y debilidades físicas. Sintió hambre (Mateo 21:19) y enojo y aflicción (Marcos 3:5) y dolor (Mateo 17:12). Pero su corazón amaba perfectamente a Dios, y actuó de acuerdo con ese amor: «no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca» (1 Pedro 2:22).

Por consiguiente, cuando la Biblia dice que Jesús «por lo que padeció aprendió la obediencia», no quiere decir que aprendió a dejar de desobedecer. Quiere decir que con cada nueva experiencia aprendió en la práctica —y en el dolor—  lo que significa obedecer. Cuando dice que fue «[perfeccionado] por aflicciones», no quiere decir que fue gradualmente librándose de defectos. Quiere decir que fue gradualmente colmando la perfecta justicia que tenía que tener a fin de salvarnos.

Eso fue lo que dijo en su bautismo. Él no tenía que ser bautizado porque fuese un pecador. Más bien, según le explicó a Juan el Bautista, «así conviene que cumplamos toda justicia» (Mateo 3:15).

El punto es este: Si el Hijo de Dios habría ido desde la encarnación a la cruz sin una vida de tentación y dolor para probar su justicia y su amor, no habría sido un adecuado Salvador para el hombre caído. Su sufrimiento no solo absorbió la ira de Dios. También realizó su verdadera humanidad y lo hizo capaz de llamarnos hermanos y hermanas (Hebreos 2:17).

**Esta lectura está tomada de La Pasión de Jesucristo, por John Piper.

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