Lectura 41 ~ El porqué de la cruz

41

Cristo sufrió y murió . . .

PARA ASEGURAR NUESTRA RESURRECCIÓN DE ENTRE LOS MUERTOS

Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte,
así también lo seremos en la de su resurrección.
Romanos 6:5

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros,
el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales
por su Espíritu que mora en vosotros.
Romanos 8:11

Si somos muertos con él también viviremos con él.
2 Timoteo 2:11

Las llaves de la muerte estaban colgando en el interior de la tumba de Cristo. Desde afuera, Cristo pudo hacer muchas obras maravillosas, inclusive resucitar a una niña de doce años y a dos hombres de la muerte, sólo para que murieran otra vez (Marcos 5:41-42; Lucas 7:14-15; Juan 11:43-44). Si algunos iban a ser resucitados de entre los muertos, para no volver a morir, Cristo habría de morir por ellos, entrar en la tumba, tomar las llaves y abrir la puerta de la muerte desde adentro.

La resurrección de Jesús es un regalo de Dios y prueba de que su muerte fue totalmente efectiva en borrar los pecados de su pueblo y quitar la ira de Dios. Usted puede ver esto en las palabras «por lo cual». Cristo fue «obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual, Dios también le exaltó hasta lo sumo» (Filipenses 2:8-9). Desde la cruz el Hijo de Dios exclamó: «Consumado es» (Juan 19:30). Y por medio de la resurrección, Dios el Padre exclama: «¡De veras fue consumado!» La gran obra de pagar por nuestro pecado y proveer nuestra justicia y satisfacer la justicia de Dios quedó completamente terminada en la muerte de Jesús.

Entonces, en la tumba, tuvo el derecho y el poder de tomar las llaves de la muerte y abrir la puerta para todo el que vaya a Él por fe. Si el pecado está pagado, la integridad ha sido suministrada y la justicia ha sido satisfecha, nada puede mantener a Cristo ni a su pueblo en la tumba. Es por eso que Jesús proclamó: «Estuve muerto, mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades» (Apocalipsis 1:18).

La Biblia resuena con la verdad de que pertenecer a Jesús significa que resucitaremos con Él. «Si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, también lo seremos en la de su resurrección» (Romanos 6:5). «Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron con él» (1 Tesalonicenses 4:14). «y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder» (1 Corintios 6:14).

Aquí está la conexión entre la muerte de Cristo y nuestra resurrección: «El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la, ley» (1 Corintios 15:56). Esto significa que todos hemos pecado, y que la ley sentencia a los pecadores a la muerte eterna. Pero el texto continúa: «Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (versículo 57). En otras palabras, las exigencias de la ley están satisfechas por la vida y la muerte de Jesús. Por lo tanto, los pecados son perdonados. Por consiguiente, el aguijón del pecado ha quedado removido. Por lo tanto, aquellos que creen en Cristo no serán sentenciados a muerte eterna, sino que «serán resucitados incorruptibles … Entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria» (1 Corintios 15:52,54). Asómbrese, y busque a Cristo. Él lo invita: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá» (Juan 11:25).

**Esta lectura está tomada de La Pasión de Jesucristo, por John Piper.

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